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10 jun 2013
Autor(es): Ismael Muñoz LinaresNº 58 Año(s): 2013Sección: EntrevistaObservaciones: Páginas 28-36
“Las cosas no tienen valor por si mismas, el valor se lo dan las personas”
Los países miembros de la Unión Europea tienen la recomendación de evaluar sus ecosistemas y los servicios ambientales que prestan como muy tarde para 2014. La intención de la UE es que se integren esos valores en la contabilidad nacional antes de 2020. España podría ser uno de los países beneficiados puesto que atesora una enorme biodiversidad y paisajes, frente a los países centroeuropeos, más industrializados y con menos riqueza natural. Estamos frente a un momento que cabría catalogar de histórico, pues podría suponer un vuelco en las rentas nacionales de todos los países del mundo si siguen el ejemplo de la UE. Pero aún está casi todo por hacer. Pablo Campos nos ayuda a comprender los retos del concepto y la medición de las rentas ambiental y social del monte.
Aunque ya decía Quevedo que solo el necio confunde valor y precio, una de las causas de la escasa visibilidad que tiene el monte en la sociedad es su poca o nula valoración por los ciudadanos por las escasas rentas que obtiene de él. Hay un gran desconocimiento sobre el enorme valor que tienen los ecosistemas y se piensa en ellos solo como productor de bienes tangibles. ¿Qué aporta la disciplina de la economía ambiental para paliar este déficit?
Esta primera pregunta contiene diversos temas que merecen ser tratados singularmente por su relevancia. El desafío de nuestro incisivo poeta, cuya diana imagino tendría su contexto, opino que no viene al caso de la valoración económica ambiental. Prefiero en este tema guiarme por Kant, que nos aleccionó sobre que la dignidad no tiene precio, por no tener cosa equivalente con la que pueda intercambiarse. Los economistas convenimos que el valor de un producto económico es el número de sus unidades por su precio. Si el precio del melón en un mercado determinado es de 2 €/kg y compro una pieza que pesa 1 kg, resulta que el valor y el precio de la pieza de melón que he comprado coinciden. En otras palabras, en este caso valor y precio son la misma cosa. Como creo que no hay un melón en el mundo que reivindique ser digno, tendremos que admitir que tiene valor y precio, por haberlo decidido de esta manera las personas que en el mercado de melones de referencia aceptan pagar el precio requerido por el frutero.
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