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3 abr 2019
Autor(es): Alberto Hurtado Hernández, Pablo Pereira Sieso, Luis Hiernaux Candelas, Alfonso Huidobro Ruiz y Ángel Muñoz RodríguezNº 73 Año(s): 2019Sección: Colaboración técnicaObservaciones: Páginas 48-59
Entre los años 2012 y 2017 Patrimonio Nacional ha efectuado una serie de trabajos sin precedentes que han permitido controlar la población de Cerambyx welensii que está afectando seriamente a los rebollos (Quercus pyrenaica) del histórico bosque de La Herrería de San Lorenzo de El Escorial. Inicialmente se evaluó el verdadero alcance de los daños realizando un exhaustivo inventario pie a pie de los árboles afectados. Posteriormente, en los años siguientes, se han ido realizando capturas mediante trampas artesanales, que han sido progresivamente perfeccionadas. En paralelo a las capturas se ha procedido a la tala y quema o retirada de los pies más afectados y a la repoblación de los claros del bosque con ejemplares de rebollo micorrizados. En el presente artículo se muestra la evaluación de los daños y el control de la población de la especie realizado durante los últimos cinco años.
Palabras clave: plaga; Cerambyx welensii; Patrimonio Nacional; rebollo; Quercus pirenaica.
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
El bosque de La Herrería, cuya gestión corresponde a Patrimonio Nacional, está abierto al público casi en su totalidad, y es para los madrileños uno de los lugares preferentes para el senderismo y el contacto con la naturaleza. Con una extensión de 496 ha, está ocupado en su mayor parte por una masa casi continua de rebollos o robles (Quercus pyrenaica), de talla y estructura diferente en función de los aprovechamientos anteriores a que fue sometido cada rodal. Abundan también en las zonas bajas y en las proximidades de los arroyos los fresnos (Fraxinus angustifolia) y, en algunas laderas, los arces de Montpellier (Acer monspessulanum).
Debido a los graves problemas detectados por el técnico de Patrimonio Nacional en San Lorenzo de El Escorial sobre los rebollos del bosque de La Herrería, en el año 2012 se decidió realizar un pequeño estudio de campo que aportara datos en relación a la implicación del coleóptero Cerambyx welensii en el estado de la masa (Fig. 1). En el decaimiento de esta influyen múltiples agentes, entre los cuales destacan los cambios en el clima.
C. welensii es uno de los coleópteros más grandes de Europa. Comúnmente conocido como “longicornio”, en fase larvaria se alimenta de madera, excavando galerías en el interior de ramas y troncos de árboles pertenecientes al género Quercus (Echevarría y Echevarría, 1996). Estas galerías suponen un importante daño físico además de una vía de entrada de agentes patógenos oportunistas. A medio y largo plazo llegan a provocar la muerte de ejemplares, ocasionando una regresión del monte, y propician roturas de ramas o ejemplares enteros, lo visitantes (Fig. 1).
El periodo de vuelo de los imagos suele iniciarse a finales de primavera o comienzos del verano, y tiene una duración de entre diez y doce semanas. Las hembras realizan la puesta en grietas de la corteza de los rebollos, y las pequeñas larvas, que nacen a los pocos días, perforan inmediatamente la corteza y empiezan a alimentarse de la madera, dejando una galería a su paso. El desarrollo larvario tiene una duración de entre tres y cuatro años (Vicente, 2013), durante los cuales la larva llega a alcanzar 9 a 10 cm de longitud y más de 2 cm de anchura (Fig. 2). Respecto a su posible control biológico, aunque se han citado algunos hongos entomopatógenos, como Beauveria bassiana, que pueden contribuir a la reducción de esta plaga, todavía no se han desarrollado métodos eficaces en la práctica (Morales-Rodríguez et al., 2015).
Tras una primera toma de contacto, en la que se concluyó que los daños provocados por este perforador eran mucho más graves de lo sospechado, en el año 2013 Patrimonio Nacional decidió llevar a cabo un estudio más profundo que permitiera obtener una imagen en tiempo real del grado de afectación por esta plaga de la totalidad de la masa de rebollar (inventario de pies dañados) y, al mismo tiempo, empezar con la eliminación de adultos del insecto de forma sistemática (capturas). Durante ese año, se llevó a cabo un inventario y cartografiado pie a pie de los rebollos afectados; al mismo tiempo, se ensayaron varios tipos de trampas y de atrayentes para la captura pasiva de adultos. Estos trabajos se complementaron con numerosas capturas activas (manuales y con foco de luz) en horario nocturno.
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