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18 jul 2019
Autor(es): Pedro Antonio Ayuso Vivar y Albert Painaud GuillaumeNº 74 Año(s): 2019Sección: Colaboración técnicaObservaciones: Páginas 70-79
Cosas de los avances tecnológicos. Ahora es muy sencillo, el simple movimiento de abrir la puerta del frigorífico nos permite tener a nuestro alcance cualquier producto bien conservado de uso cotidiano. Hace siglos no era tan fácil. Con la llegada del Renacimiento y del humanismo, aparecieron nuevas costumbres en las diversas capas sociales. Entre ellas tratados médicos que explicaban diversos avances en la medicina y en el tratamiento de enfermedades; también llegó la costumbre de tomar refrigerios y refrescar diversas bebidas. Quizá esas novedades en la vida cotidiana fue lo que llevó a que se comenzaran a construir a finales del siglo XVI, y durante los siglos posteriores, unos grandes almacenes para guardar la nieve y el hielo con el fin de conservarla, para poder hacer uso de esos productos a lo largo del año y, de forma especial, en los meses del estío cuando el calor se hacía notar. Esas construcciones fueron uno de los engranajes de un nuevo comercio que representó uno de los ingresos monetarios más importantes para diversas entidades y personas. Al mismo tiempo representó un trabajo cotidiano para gran cantidad de operarios, que tenían en ese laboreo una fuente económica durante determinadas temporadas del año. Dichas edificaciones eran los llamados pozos de nieve, pozos de hielo o neveras, ejemplos de una interesante arquitectura popular. Su función era la recogida, conservación y comercialización de la nieve y del hielo natural, un artículo que tuvo un gran aprovechamiento en toda la geografía peninsular entre los siglos XVI y XVIII; a lo largo de esas centurias llegó a representar para la población un producto de primera necesidad, hasta la llegada del hielo artificial. La industrialización y, sobre todo, la aparición de los primeros ingenios que fabricaban hielo en grandes cantidades, ocasionó en apenas unos decenios la desaparición y olvido de este quehacer artesano y laborioso.
A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Se dice que en la ciudad de Ur (Mesopotamia) ya existía hace 4.000 años una llamada “casa fría o de hielo” dedicada a conservar la nieve que se traía de las lejanas montañas. En China, en el siglo XI a.C. está documentada alguna noticia sobre este tema.
El avance de la imprenta moderna desde su invención por Johannes Gutemberg a mitad del siglo XV, permitió publicar escritos que llegaban a muchos lectores; fue un hecho muy importante porque facilitó la publicidad y difusión de diversos tratados médicos, que dan una idea de cómo aparecieron controversias referentes al uso y consumo de este producto; la literatura médica jugó un papel fundamental en la importancia de la nieve. La Edad Moderna representó una época clave para la expansión del uso y consumo de la nieve y del hielo; en el siglo XV se popularizó este producto y las clases elevadas, realeza, clero y nobleza, generalizaron su consumo.
Entre los siglos XVI al XVII se produce la consolidación del comercio de la nieve, con tres factores que influyeron en ello. En primer lugar, el uso terapéutico de la nieve, sustentado en un amplia literatura médica. En segundo lugar, una gran popularización del consumo; la nieve y el hielo dejarán de ser productos privativos de las clases elevadas y pasarán a ser un artículo consumido entre amplias y diversas clases sociales. Por último, y muy importante, unas condiciones climáticas que favorecieron el acopio y almacenaje de la nieve; en este periodo tiene lugar la “Pequeña Edad de Hielo”, caracterizada por unas temperaturas medias en el territorio peninsular ligeramente inferiores a las de periodos anteriores y posteriores.
El sevillano Francisco Franco, médico del rey de Portugal, publica en 1569 el Tractado de la nieve y del uso della, en el cual defiende la utilidad de su consumo con frases como:
“No hay que dudar sino que la bebida fría agrada mucho”, o “ni hace al caso la costumbre, que en corte los años pasados ni había nieve ni el uso della, y principio quieren las cosas”, o bien “ha crecido tanto el uso de la nieve que no solo en la bebida usamos della, mas aún para enfriar las sábanas”.
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