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14 dic 2018
Autor(es): Sin autorNº 72 Año(s): 2018Sección: EditorialObservaciones: Páginas 2-3
En julio de este año se aprobó una modificación de la Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, para buscar una solución a ciertas especies exóticas, compatibilizando la protección del medioambiente con la actividad y el empleo de los sectores cinegético y piscícola. Ha sido un proceso complejo, que ha puesto de manifiesto los diferentes intereses que confluyen en este tema. Las especies exóticas han pasado a la primera línea informativa, aunque en ocasiones con un uso confuso de los términos exótico e invasor.
Las especies han modificado a lo largo del tiempo su distribución, debido principalmente a las oscilaciones en el clima y la acción humana. El tratamiento de la flora sinantrópica, asociada al ser humano, es complejo, existiendo diversidad de opiniones en la comunidad científica. Algunos autores consideran exóticas a las especies que han colonizado un territorio gracias a la acción humana a partir del Neolítico, denominando arqueófitos a los colonizadores anteriores a 1500 (cuando llegan las primeras semillas de América) y neófitos a los posteriores. Esto implica que prácticamente toda la flora ruderal es exótica y, por su potencial de expansión en ecosistemas naturales, invasora; entre un 25 y un 60 % de la flora, en función de la antropización del medio, sería exótica y en gran parte invasora. Otros autores discrepan de esta tesis, y consideran que la flora ruderal es nativa.
Un aspecto importante al abordar el análisis de las especies exóticas es su capacidad para prosperar de forma autónoma y expandirse en el medio natural, para naturalizarse. Muchas especies cultivadas o plantadas no son capaces de expandirse de forma espontánea. Otras, introducidas de forma voluntaria o involuntaria, entran en las comunidades vegetales naturales, pero o bien no son capaces de competir con la flora local y desaparecen tras una presencia efímera, o persisten con una capacidad colonizadora limitada. Finalmente hay especies con una fuerte capacidad expansiva, que les permite colonizar los ecosistemas y competir con la flora local; son las especies invasoras, una pequeña proporción, aunque pueden ser muy agresivas.
La expansión de las especies exóticas se asocia al desarrollo de la agricultura, que en Europa tuvo lugar desde hace unos 7.000 años. Centrándose en los neófitos, en Centroeuropa se ha detectado un aumento del 26 % a finales del siglo XX, por el incremento del turismo, el mayor número de especies de jardinería disponibles y el boom de la construcción. Los cultivos tienen asociados cientos de especies ruderales. La jardinería es responsable de la entrada de algunas de las especies exóticas más agresivas. Y las carreteras son vías de expansión de especies ruderales e invasoras, hasta el punto de que algunos autores apuntan a la necesidad de mantener reservas para la flora nativa libres de infraestructuras. En la actividad forestal el número de especies exóticas empleadas es más reducido, poco asociadas en la literatura a procesos de invasión, aunque a menudo las extensiones ocupadas son amplias.
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Articulos de Foresta
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