LA CAZA, UN RECURZO NATURAL

En España la caza es un deporte practicado por cerca de un millón de aficionados, representados de manera oficial por la Real Federación Española de Caza, tercera federación española en número de licencias por detrás del fútbol y baloncesto, con un total de 330 000 federados. 
La caza además es una actividad imprescindible en el mundo rural, ocupando el 86 % del territorio nacional bajo alguna de las diferentes figuras de espacios cinegéticos (coto privado, coto deportivo, reservas, etc.).
Toda actividad cinegética requiere el uso de armas, en gran porcentaje armas de fuego, o bien del empleo de animales auxiliares como aves de cetrería, perros o hurones. En cualquiera de los casos, la seguridad tanto para el propio cazador como para sus compañeros de jornada, así como para el resto de personas, animales auxiliares o bienes comunes, debe ser la prioridad absoluta.

INTRODUCCIÓN

España es el país más rico en biodiversidad de la Unión Europea, teniendo la peculiaridad que la mayoría de sus espacios naturales protegidos han sido antes espacios destacados en aprovechamiento de la caza, como pueden ser los parques nacionales de Cabañeros, Monfragüe, Doñana (antiguo coto de Doña Ana), etc. No en vano, el 86 % del territorio nacional está gestionado bajo alguna figura de terreno cinegético. Esto da una idea de la magnitud de esta actividad que practican en torno al millón de aficionados en España. Raro es el pueblo que no tiene un coto municipal o social y una sociedad de cazadores compuesta por los vecinos que cazan en su municipio y que gestionan dicho acotado.

Estamos hablando de una actividad cultural, de cultura popular por definición, arraigada en cada comunidad autónoma, cada comarca y cada localidad de nuestro país, con las particularidades y modalidades típicas de cada territorio. En muchas comunidades autónomas existen varias modalidades de caza declaradas como Bien de Interés Cultural (BIC), y el caso de la cetrería, por ejemplo, es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco. 

Esta característica de la actividad cinegética, que es parte de su grandeza, hace que se practique casi en la totalidad del territorio español. Es difícil salir de cualquier núcleo urbano, de mayor o menor tamaño, y no adentrarnos en cuanto pisamos campo en un coto de caza. Esta presencia de la caza a lo largo y ancho de toda nuestra geografía implica una necesaria convivencia con multitud de usos con los que comparten escenario, como pueden ser la agricultura, la ganadería, aprovechamientos forestales o bien usos recreativos como senderismo, ciclismo, turismo rural…