LA CAZA, UN RECURZO NATURAL

El conejo de monte es la pieza clave del ecosistema mediterráneo, fundamental desde el punto de vista ecológico y socioeconómico. Sus poblaciones en la península ibérica viven una situación paradójica, con una gran escasez en zonas de monte y explosiones demográficas en algunas áreas agrícolas. 
La gestión de la especie es sumamente compleja, ya que debe ser afrontada a diferentes escalas espaciales de manera coordinada, y tener en cuenta múltiples intereses encontrados. Por otro lado, no existe un consenso sobre las buenas prácticas de gestión, tanto para el fomento de las poblaciones como para la prevención de los daños que produce a la agricultura. Por último, el seguimiento de las poblaciones de conejo se ha caracterizado por la falta de metodologías comunes entre regiones, sin que haya datos fiables, actualizados y comparables a escala ibérica. Este seguimiento es el primer paso imprescindible para poder gestionar la especie y, por tanto, para recuperar el equilibrio de sus poblaciones. 
Para hacer frente a esta compleja situación, en 2022 se inició el proyecto LIFE Iberconejo. El proyecto ha logrado poner en marcha un comité de gobernanza del que forman parte todos los actores implicados, establecer las buenas prácticas de gestión y articular un sistema de seguimiento de la especie a escala ibérica. Los resultados preliminares de las tendencias de la población muestran una disminución de entre el 30 y el 87 % en la última década, con notables diferencias entre regiones.

EL CONEJO DE MONTE, UNA ESPECIE CLAVE

El conejo de monte es la especie clave de los ecosistemas mediterráneos de la península ibérica, y juega un papel fundamental para su equilibrio ecológico (Delibes-Mateos et al. 2007). El conejo ha sido descrito como un verdadero “ingeniero de los ecosistemas”, gracias a su capacidad para modificar su entorno y, por tanto, la disponibilidad de recursos para sí mismo y para otras especies (Delibes-Mateos et al. 2007, 2008, 2014). Es capaz de “cultivar” su hábitat ideal, fomentando el mantenimiento de parches de vegetación abierta entre el matorral gracias al ramoneo y la dispersión de semillas (Martins et al. 2002).

Las letrinas de conejo, las acumulaciones de sus excrementos, mejoran la fertilidad del suelo y el crecimiento de las plantas, y proporcionan nuevos recursos alimenticios para muchas especies de invertebrados (Galante & Cartagena 1999; Delibes-Mateos et al.  2007; Sánchez-Piñero y  Ávila 1991). Además, sus vivares proporcionan refugio y lugares de cría a multitud de especies, desde anfibios y reptiles hasta aves como el mochuelo (Delibes-Mateos et al. 2007; Dellafiore et al. 2008; Gálvez Bravo et al. 2009).

El conejo es también fundamental por su papel como presa: podría decirse que cualquier animal capaz de ello se alimenta de conejos, ya que forman parte de la dieta de más de 40 especies (Delibes & Hiraldo 1981). Para algunos de los depredadores más icónicos de nuestros ecosistemas, como el lince ibérico o el águila imperial ibérica, esa dependencia es casi total.