LA CAZA, UN RECURZO NATURAL

A lo largo de la historia la caza ha sido una actividad estrechamente ligada al ser humano. En sus inicios, se utilizaba como medio de subsistencia; posteriormente, se convirtió en una práctica recreativa y social; en la actualidad, además de conservar estos usos, la caza desempeña un papel fundamental en el control poblacional de especies como el conejo de monte o los ungulados. 

En diversas regiones del país los cambios en el hábitat, la evolución de las prácticas agrícolas, la reducción de la predación y el progresivo abandono del mundo rural han propiciado un crecimiento desmesurado de las poblaciones de conejo de monte, lo que genera serios problemas para los agricultores. Por el contrario, en otras zonas, la disminución de esta especie ha comprometido la supervivencia de animales protegidos que dependen de ella como fuente de alimento.

Cambios en el ecosistema también han afectado la dispersión y densidad de otras especies, como la perdiz roja, cuya población se ha visto perjudicada por la desaparición de linderos debido a las concentraciones parcelarias, el uso intensivo de fitosanitarios y las sueltas incontroladas.

Asimismo, las especies cinegéticas migratorias estivales, como la tórtola y la codorniz, están sufriendo las consecuencias de las modificaciones del hábitat y de las prácticas agroganaderas, según estudios recientes.