Pág. 02 - EDITORIAL
Pág. 04 - APUNTES
Pág. 26 - ENTREVISTA
Pág. 32 - OPINIÓN DE ACTUALIDAD. LA ORGANIZACIÓN Y FUNCIONES DE LOS AGENTES MEDIOAMBIENTALES
Pág. 44 - COLABORACIONES TÉCNICAS
Pág. 80 - LITERATURA Y MEDIO NATURAL
Pág. 86 - PINCELADAS DE VIDA
Pág. 90 - NOTICIAS FORESTALES Y DEL COLEGIO
Pág. 94 - AGENDA
El término “Edad de Oro” proviene de la mitología griega y se refiere al periodo inicial de las distintas eras que los griegos consideraban que existieron: oro, plata, bronce y hierro. La primera de estas edades era el tiempo de una dorada estirpe de hombres mortales, creados por los dioses en el tiempo en que Cronos ejercía su autoridad en el Olimpo. Era un tiempo que era percibido como un estado ideal, en armonía con la naturaleza, que se manifestaba entre otras cosas en la simplificación de la comida, ya que el alimento dependía de los productos que la naturaleza proveía: agua, miel y bellotas. De estos productos se alimentaban los humanos, gozando de una eterna juventud, pasando su vida entre banquetes y fi estas para acabar sus días en una muerte que se presentaba como un dulce sueño.
Ese pasado edénico fue descrito por primera vez en el siglo VIII a. C. por el poeta griego Hesíodo en su poema Los trabajos y los días1, dentro de la fábula del halcón y el ruiseñor:
“Jamás el hambre ni la ruina acompañan a los hombres de recto proceder, sino que alternan con fi estas el cuidado del campo. La Tierra les produce abundante sustento y, en las montañas, la encina está cargada de bellotas en sus ramas altas y de abejas en las de en medio”.
No solo se recogen las características del modo de vida de la humanidad durante la Edad de Oro sino que también se identifican algunos de los símbolos principales de la misma: la miel y las bellotas. En el primer caso por su color que recuerda al oro, ya que en ocasiones metafóricamente se hace referencia a ella denominándola oro líquido. En el segundo caso pensamos que probablemente por el aspecto que presentan las encinas durante su floración en la que desde lejos parece que han sido espolvoreadas con polvo de oro.
A partir de esta primera descripción literaria numerosos autores se referirán a esta época de modo reiterativo, haciendo hincapié en dos aspectos concretos: el papel de los frutos como las bellotas que de modo espontáneo ofrece la naturaleza para alimento de los humanos, y la referencia a que se trata de un periodo temporal anterior al desarrollo de la agricultura y de los trabajos y penalidades que su práctica conlleva.
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