Pág. 02 - EDITORIAL
Pág. 04 - APUNTES
Pág. 20 - ENTREVISTA
Pág. 26 - OPINIÓN DE ACTUALIDAD. RESTAURACIÓN HIDROLÓGICO-FORESTAL
Pág. 44 - ESPECIAL REDFORESTA 2019 ARBOLADO URBANO
Pág. 58 - COLABORACIONES TÉCNICAS
Pág. 90 - LA PÁGINA DE...
Pág. 94 - PINCELADAS DE VIDA
Pág. 98 - LITERATURA Y MEDIO NATURAL
Pág. 101 - NOTICIAS FORESTALES Y DEL COLEGIO
Pág. 104 - AGENDA
Muchas ciudades carecen de espacios verdes, lo que conlleva una pérdida de biodiversidad y un aumento de las temperaturas, el llamado efecto isla de calor, con la consiguiente mayor demanda energética. Para intentar paliar estos y otros problemas, las ciudades deberían incorporar en su gestión el concepto de resiliencia. Las ciudades resilientes son capaces de soportar crisis sobrevenidas por el cambio climático: inundaciones, huracanes, sequías, incendios…, absorber sus efectos e intentar recuperar el estado anterior al cual se produjo la perturbación. Para ello, las ciudades deben transformarse e incorporar dentro de sus herramientas de gestión un mejor uso de las infraestructuras verdes, incluidos los techos verdes. La naturalización urbana, incorporación de la vegetación al medio urbano para amortiguar el desequilibrio entre la urbanización y la conservación del medioambiente, se incluye dentro de ese nuevo modelo de gestión. Un ejemplo llamativo de naturalización urbana es el edificio inaugurado en Milán en 2014 llamado “bosque vertical”.
Este tipo de urbanismo incluye la llamada arquitectura bioclimática, resultante de la fusión de los conocimientos adquiridos por la arquitectura tradicional a lo largo de los siglos con técnicas avanzadas en el confort y el ahorro energético. La arquitectura bioclimática juega con el diseño de la construcción (orientación, materiales, ventanas, luminosidad, etc.) con el objetivo de conseguir una vivienda eficiente desde el punto de vista energético. En esta línea de trabajo se movió el arquitecto francés Le Corbusier (1887-1965), en su artículo Cinco puntos básicos de una nueva arquitectura (1923), más concretamente en el punto 5.º titulado la terrazajardín, donde citaba:
“la superficie ocupada a la naturaleza por la vivienda debía de ser devuelta en forma de jardín en la cubierta del edificio, convirtiendo el espacio sobre la vivienda en un ámbito aprovechable para el esparcimiento, que además permitía mantener condiciones de aislamiento térmico sobre las nuevas losas de hormigón”.
Después de la Segunda Guerra Mundial, países europeos como Alemania y Austria se embarcaron en una campaña para reconstruir sus ciudades, utilizando techos verdes en muchos de los nuevos edificios con fines prácticos, ambientales y estéticos. Esos techos verdes comenzaban a parecerse a las estructuras actuales; sin embargo, no es hasta las últimas décadas del siglo XX cuando han ido ganando cada vez mayor importancia (Snodgrass y Snodgrass, 2006).
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