Pág. 02 - EDITORIAL
Pág. 04 - APUNTES
Pág. 20 - ENTREVISTA
Pág. 26 - OPINIÓN DE ACTUALIDAD. RESTAURACIÓN HIDROLÓGICO-FORESTAL
Pág. 44 - ESPECIAL REDFORESTA 2019 ARBOLADO URBANO
Pág. 58 - COLABORACIONES TÉCNICAS
Pág. 90 - LA PÁGINA DE...
Pág. 94 - PINCELADAS DE VIDA
Pág. 98 - LITERATURA Y MEDIO NATURAL
Pág. 101 - NOTICIAS FORESTALES Y DEL COLEGIO
Pág. 104 - AGENDA
La restauración fluvial es una modalidad relativamente nueva si la comparamos con las restauraciones forestales clásicas. Mientras que estas últimas se han ejecutado desde hace varios siglos, la restauración fluvial apenas cuenta con unas décadas de desarrollo. En concreto en España, el punto de inflexión se produjo con la aprobación en el año 2005 de la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos.
Hasta hace unos años en la gestión de los espacios fluviales ha predominado la visión ingenieril, donde los ríos son tomados como una fuente de un recurso que debe ser optimizado. Dentro de este enfoque, los ríos deben estar desprovistos de vegetación para aumentar la velocidad del flujo y, por tanto, reducir el riesgo de inundaciones. Esto ha provocado que los ríos hayan sufrido todo tipo de agresiones al intentar domarlos mediante escolleras, canalizaciones, reducción de sus meandros, etc. Eso sí, cada ciertos años el río, como se dice en estas tierras, “reclama sus escrituras”, y vuelven las presiones para que se lo siga agrediendo mediante nuevas canalizaciones; y por supuesto, se tiende a culpar de los daños provocados a la deficiente limpieza de los ríos.
Para poner al lector en antecedentes hay que indicar que durante el reciente episodio de lluvias en la cuenca del Segura hubo localidades, como Orihuela, que recibieron alrededor de 500 litros por metro cuadrado en apenas 48 horas, cuando la lluvia media anual ronda en estas zonas entre los 250 y 300 litros por metro cuadrado. Es decir, en apenas dos días, cayó casi la lluvia que se registra en dos años. Esa cantidad de agua es prácticamente imposible de gestionar, y los ríos lógicamente buscaron sus llanuras de inundación (hablamos de avenidas con periodos de retorno de entre 100 y 500 años). Esas zonas inundables han sufrido durante los últimos años una presión urbanística muy alta.
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