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Dos siglos y medio vertebrando la investigación botánica. Real Jardín Botánico (CSIC)

Pág. 1 - SALUDO

Pág. 6 - MEDIO FÍSICO Y SOCIAL

Pág. 30 - MEDIO NATURAL

Pág. 94 - EVALUACIÓN AMBIENTAL

Pág. 122 - MEDIO FORESTAL

Pág. 194 - MEDIO NATURAL URBANO

Pág. 250 - ESPACIOS PROTEGIDOS

Pág. 338 - ESPECIES PROTEGIDAS

Pág. 394 - DEFENSA DEL MONTE

Pág. 408 - APROVECHAMIENTOS FORESTALES

Pág. 432 - NATURALEZA Y OCIO

Pág. 454 - INVESTIGACIÓN

Pág. 494 - FORMACIÓN FORESTAL

ORÍGENES

Comprender o, al menos, intentar describir una institución como el Real Jardín Botánico (CSIC) sería muy difícil sin tener muy presente sus 255 años de historia. Se fundó en 1755 en otra ubicación distinta a la actual, en la huerta de Migas Calientes, en las proximidades de la Puerta de Hierro, junto al río Manzanares, a partir de las recolecciones, herbario y biblioteca principalmente de Josep Quer, quien fue su primer catedrático. Era tanta la importancia de la Botánica
entonces, como ciencia útil y con inmensas posibilidades de futuro, que se llega a invitar a través del cónsul español a dirigir el Jardín Botánico al naturalista más destacado del mundo entonces, el sueco Carlos Linneo. Linneo declina, pero envía a su mejor discípulo, Pehr Löfling, a Madrid, donde elabora una flora de la región, que permanece como manuscrito inédito, y finalmente se embarca en la expedición al Orinoco, en la que acaba muriendo de una enfermedad tropical. 

En plena fiebre de la Ilustración, Carlos III ordena el traslado del Jardín Botánico al paseo del Prado, que acaba materializándose en 1781. Allí el monarca pretendía concentrar una serie de instituciones científicas, además de un jardín botánico, como un observatorio astronómico y un gabinete de historia natural, para el que el arquitecto real Juan de Villanueva diseñó el edificio que hoy es el Museo del Prado. El jardín botánico en su nuevo emplazamiento, mucho más accesible a los ciudadanos de Madrid, vive una época dorada en la que la corona financia expediciones a los territorios de ultramar y en sí mismo –“el Jardín del Prado”— se convierte en un lugar de esparcimiento, disfrute y educación de los ciudadanos. Aunque las expediciones –excepto la de Nueva España (actual México y territorios aledaños)- tienen objetivos principales no estrictamente científicos (cartográficos, políticos, económicos), el jardín botánico está siempre implicado en ellas. No es solo que se incorpore uno o más botánicos a cada una de las expediciones, sino que los materiales que se generan (herbarios, dibujos botánicos, documentos) acabarán siendo depositados en el mismo.

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