ESPECIAL COMUNIDAD DE MADRID

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La flora protegida de Peñalara

Pág. 1 - SALUDO

Pág. 6 - MEDIO FÍSICO Y SOCIAL

Pág. 30 - MEDIO NATURAL

Pág. 94 - EVALUACIÓN AMBIENTAL

Pág. 122 - MEDIO FORESTAL

Pág. 194 - MEDIO NATURAL URBANO

Pág. 250 - ESPACIOS PROTEGIDOS

Pág. 338 - ESPECIES PROTEGIDAS

Pág. 394 - DEFENSA DEL MONTE

Pág. 408 - APROVECHAMIENTOS FORESTALES

Pág. 432 - NATURALEZA Y OCIO

Pág. 454 - INVESTIGACIÓN

Pág. 494 - FORMACIÓN FORESTAL

La alta montaña mediterránea constituye un escenario particular con unas peculiares condiciones ambientales donde se han generado fenómenos de aislamiento que han propiciado procesos de especiación, dando lugar a islas con gran diversidad vegetal. En la Península Ibérica tenemos ejemplos sobresalientes de estos fenómenos, como puede ser el macizo de Sierra Nevada. Un caso mucho menos extremo, pero igualmente notable, es el sistema Central, y, dentro de este, el macizo de Peñalara.

El macizo de Peñalara constituye la mayor elevación de la sierra de Guadarrama y una de las mayores del sistema Central, con aproximadamente 2.430 m de altitud. El parque natural y su área de influencia cocioeconómica, con 1.5000 hectáreas de super ficie, comprenden una buena par te del valle alto del Lozoya o valle de El Paular, dentro del término municipal de Rascafría. Nos encontramos en un área de elevada diversidad de flora y vegetación, especialmente en el
marco de la Comunidad de Madrid, pero también en la Península Ibérica (Fernández González, 1999). Entre las características que presenta este territorio y que contribuyen a tal riqueza florística podemos destacar varias. En primer lugar, se trata de un espacio encajonado entre dos alineaciones montañosas, que constituyen las cumbres más elevadas de la sierra de Guadarrama, y abier to hacia el NE. Esta posición geográfica ha determinado la existencia de un clima de transición entre el mediterráneo y el templado, y ha favorecido la entrada de elementos septentrionales así como la permanencia de flora y vegetación relicta. En  segundo lugar, el glaciarismo ha modelado el paisaje, creando como consecuencia un conjunto de relieves, como circos y morrenas,  que constituyen hábitats nuevos para la colonización, rompiendo el esquema de zonificación altitudinal de la vegetación. En tercer lugar, la variedad de características 
litológicas, que aunque no es muy acusada, cuenta con la existencia de pequeños enclaves sedimentarios y metamór ficos de naturaleza básica, que constituyen lugares originales para la vegetación en el contexto silicícola del sistema Central. Por último, el desarrollo y la conservación de usos tradicionales relacionados fundamentalmente con la ganadería, que han dado lugar al mantenimiento de prados adehesados delimitados por sus orlas naturales, ha contribuido,
en par te, a la preservación de esta diversidad.

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