Pág. 1 - SALUDO
Pág. 6 - MEDIO FÍSICO Y SOCIAL
Pág. 30 - MEDIO NATURAL
Pág. 94 - EVALUACIÓN AMBIENTAL
Pág. 122 - MEDIO FORESTAL
Pág. 194 - MEDIO NATURAL URBANO
Pág. 250 - ESPACIOS PROTEGIDOS
Pág. 338 - ESPECIES PROTEGIDAS
Pág. 394 - DEFENSA DEL MONTE
Pág. 408 - APROVECHAMIENTOS FORESTALES
Pág. 432 - NATURALEZA Y OCIO
Pág. 454 - INVESTIGACIÓN
Pág. 494 - FORMACIÓN FORESTAL
El Hayedo de Montejo, uno de los bosques más emblemáticos de la Comunidad de Madrid, es también uno de los mejor conocidos y más estudiados gracias a un convenio de colaboración entre la Comunidad de Madrid y la Escuela de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Seguimiento del clima, inventarios forestales, estudios genéticos o ecofisiológicos y procesos de dispersión son algunos de los trabajos que vienen desarrollándose desde hace más de 17 años. Gracias a ellos descubrimos que El Hayedo de Montejo es mucho más que un bosque de hayas.
LOS SECRETOS DE EL HAYEDO DE MONTEJO
El Hayedo de Montejo, sugerente nombre para los madrileños amantes de sus bosques, se encuentra en el nordeste de la Comunidad de Madrid, en el valle del alto Jarama, dentro del término municipal de Montejo de la Sierra, y forma parte de la sierra del Rincón, antes conocida como Sierra Pobre. Dada la equivalencia en castellano de monte con bosque, el nombre “montejo” aludiría a un terreno poblado de chaparros –de ahí su antigua denominación de El Chaparral–, de matas bajas y ramosas de roble, un diminutivo con cierta carga desdeñosa hacia la formación arbórea. Pero el visitante del El Hayedo se sorprende ante la abundancia de hayas, robles y rebollos varias veces centenarios que rara vez se encuentran en otros bosques de nuestras latitudes. En apenas 125 hectáreas concentra y ofrece al visitante un sinfín de sensaciones. Dentro de él, y en altitudes que oscilan entre los 1.300 y 1.550 metros, se suceden pequeños rodales de hayedos, robledales y acebedas acompañados de tejos, serbales, mostajos, fresnos, arces, sauces, abedules, cerezos, álamos temblones y manzanos; hasta tiene olmos de montaña, castaños, sabinas y un pino silvestre, único en todo el bosque y de los muy pocos que han sobrevivido en la comarca. Densamente poblado, aún conserva matorrales, exuberantes tramos de ribera, laderas empinadas desnudas de plantas y dominadas por vetustas hayas, o llanos que evidencian las huellas de las huertas que hasta hace poco alimentaban a los vecinos de Montejo. Una mirada atenta revela la impronta que los cambios sociales vividos por el hombre en las últimas décadas dejaron sobre el bosque. Pasó de ser aprovechado como dehesa para ganado y leñas, y por ello sin apenas regeneración, a convertirse en un espacio protegido, lo que dio paso a un fuerte impulso regenerador de las hayas, los robles y los acebos, que hoy forman un bosque espeso y relativamente maduro.
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